Resonancias arquetípicas simbólicas relacionadas a cada esencia floral del campo mórfico en el grupo se expanden y son muy notorias, lo que genera un impacto profundo en cada participante y en su proceso de aprendizaje de las esencias, aprender como sinónimo de expansión de la conciencia, la integración de la información nueva sucede en todas las dimensiones del ser, no solamente en lo intelectual, mental y/o emocional.
Otro movimiento de este proceso es el desarrollo de la actitud simbólica, función humana que habilita a percibir la realidad como una trama de información vinculada de formas absolutamente complejas a la que cada ser humano le confiere sus propios y únicos significados. (presentar cinta de moebius.) La actitud simbólica se puede definir como la apertura a conectar, recibir un significado lleno de sentido que está en formación, por revelarse. Símbolos que se producen de forma inconsciente y espontáneamente y emergen en la conciencia.
En nuestra cultura con frecuencia, no se le da demasiada importancia al mundo simbólico. Aprendemos hábitos y formas concretas y literales de vivir y hacer y desatender nuestro mundo interior. Sin detenernos a observar y desarrollar conexiones de sentido entre nuestro mundo interior (sensaciones, percepciones, estados afectivos, pensamientos, síntomas, deseos, sueños y aquello que hacemos y nos ocupamos cotidianamente, las famosas casualidades. Casuales Casualidades.
El grupo como laboratorio habilita a percibir las reverberancias de los símbolos que emergen, de tal forma que oficia de Vaso alquímico para la transformación en el proceso de aprendizaje.
Por lo tanto, este aprendizaje de las esencias florales MBU nos invita a recorrer nuestro camino de individuación junto con la comunidad MBU, con mayor conciencia del mismo.
Este camino es único y personal y se realiza de acuerdo a tiempos personales, ya que el grupo no funciona como grupo de terapia más convencional, sino que en la activación de energía y el desarrollo de la meta observación con la consecuente expansión de conciencia producen movimientos. terapéuticos. Por lo que siempre estimulamos a los integrantes a apoyarse en sus propios espacios terapéuticos para continuar elaborando sus situaciones personales.
La formación se desenvuelve como un proceso alquímico, porque, aunque no se trata de grupos de terapia (c/u tiene que tener su propio apoyo terapéutico) la transformación personal se da con la mejor comunicación consciente -inconsciente, mayor integración cuerpo – mente, de la polaridad individual – colectiva, lo personal y lo social, y Múltiples polaridades, habilitando así a una profunda evolución personal.
La formación es una gran oportunidad para el crecimiento personal, para el conocimiento profundo de la personalidad, de los mecanismos defensivos y heridas que nos limitan en nuestro potencial, en la capacidad de autoconocimiento que nos permite dejar de proyectar nuestra sombra en los demás, reconocer. nuestra persona o máscaras con las que nos relacionamos con los otros y activar nuestras guías del mundo interno (animus/anima) que nos llevan hacían nuestro centro para realizar y valorar nuestra totalidad como seres humanos en este mundo ya la vez como seres energéticos, mentales. /espirituales.
Vivir resonando y en compañía con otras personas desde la profundidad del alma, del ser, abre nuestra común(huma)nidad como una experiencia de profunda espiritualidad en el sentido original de lo religioso, re-ligare, volver a ligarnos, a conectarnos, a ser con el otro.