Los terapeutas que concurrimos a estos barrios somos voluntarios.
Es un servicio de entrega donde el terapeuta no recibe remuneración
económica. Su remuneración es el aprendizaje, aprende de quien se
atiende, de su dolor, de su fortaleza, de su fuerza resiliente, y de su
proceso de evolución.
Este aprendizaje es un motor de crecimiento para cada uno de
nosotros, es una gran gratificación espiritual.
Apreciar y ser testigo de la acción de esta medicina en el avance de
los procesos de la consulta, es el indicador de que estamos en el
camino correcto.
La acción de las esencias florales de la medicina MBU, logran
despertar en los consultantes un estado de conciencia que les permite
observar sus dificultades desde ángulos diferentes, y por la tanto
tomar actitudes y decisiones diferentes. Ellos son totalmente
conscientes de la acción de las esencias florales, perciben su energía,
y su fuerza para realizar los cambios.
Es maravilloso ver cuando toman valientemente nuevas decisiones y
nuevos caminos, y obtienen buenos resultados.
Esta experiencia que hoy comparto con ustedes es un gran indicador
de que es posible continuar construyendo una sociedad unida y no
fragmentada, y que todos tenemos derecho a vivir mejor, en la
medida que nos miremos directamente a los ojos y nos demos la
mano.
Es uno de los mensajes de esta medicina que difundimos.
Hoy, aquí, estoy representando (y es un privilegio para mi) a un
gran equipo constituido por muchos terapeutas voluntarios que
comenzaron hace muchos años con esta tarea, y que nos
precedieron.
Represento también a todos los terapeutas que hoy trabajan en los
diferentes centros Barriales como voluntarios, y que gracias a su
entrega dedicación y compromiso, se han abierto nuevos centros
barriales, y se sostienen los ya existentes.